martes, 27 de octubre de 2009

ELIZABETH SUBERCASEAUX


De: "Una Semana de Octubre”

“Una noche Clara salió del baño, trémula. - Me está saliendo sangre de un pezón - dijo. Y luego de esa frase la vida de los dos se alteró para siempre. A la mañana siguiente de esa noche, a primera hora, fueron a ver al médico y empezó el calvario: se practicaron los exámenes, vino la operación, fue necesario extirpar el pecho, había tres pares de ganglios comprometidos, se necesitaba quimioterapia, Tamoxifén y de allí en adelante todo se convirtió en pasos sigilosos, medias palabras, miradas de soslayo y el rumor sordo y subterráneo de la muerte.”
Elizabeth Subercaseaux:
Vivo del periodismo, así que en la literatura puedo darme la libertad de hacer lo que quiero, que es de orden muy distinto: ficción, crónica humorística, libros de entrevista, novela.
--¿Cómo vas de la crónica humorística a la historia de una mujer condenada a muerte, como ha ocurrido en el caso de alguna de tus novelas?
La respuesta a esa pregunta tiene que ver con ser periodista, porque sobre todo el diarismo de emergencia que me tocó hacer durante casi dos décadas te lleva a realizar todo tipo de tareas humanas, se vuelve uno cierta forma de esponja, extraordinariamente receptiva a lo que le pasa, lo que le ordenan y lo que no le ordenan. Eso ha influido mucho en mi manera de escribir: si pensamos en la docena de libros que tengo, son todos muy distintos. Entre Silendra o Una semana de octubre, los temas son radicalmente distintos a los de La comezón de ser mujer o Las diez cosas que una mujer en Chile no debe hacer jamás. Pero todo ello está relacionado directamente con la formación periodística, y en los casos particulares, como el de la mujer que va a morir, se vincula con elecciones personales: mi cuñada, mi mejor amiga, enfermó de cáncer en el seno a los 46 años, con ocho hijos, y murió.
Tengo libros catárticos, aunque sin proponérmelo. Mientras me dedico a los volúmenes "serios", me pongo a hacer trabajos de humor y de crónica, temas muy light como se dice ahora, muy livianos, tal vez para liberarme de tener que escribir sobre lo otro, que de cualquier forma es inevitable.